«Damos gloria a Dios que nos inspiró, y nos ayudó a escribir este libro para que muchos vengan al pleno conocimiento de la maravilla de los dones del Espíritu y sean partícipes de la gloria postrera que pronto se manifestará en los hijos de Dios». ― Yiye Ávila.
A cada uno Dios le da la manifestación del Espíritu para bien común; es decir, para beneficio de todos, para bendición de todo el cuerpo. Dios no le da la manifestación a una denominación, ni a una congregación en particular. El sentir de Dios es que todos reciban bendición y haya unidad perfecta en el cuerpo, que es la Iglesia. El sentir de la carne puede ser otro, pero el de Dios es ese. Sin embargo, hay quienes sostienen que los dones del Espíritu Santo son solo de la época apostólica. Lo que sucede es que a menudo se pasa por alto lo que Dios hace en medio de su pueblo hoy en día mediante la participación activa y dinámica del Espíritu Santo. Entonces, ¿cuál es el mayor problema que enfrentamos?
Es evidente que se trata de la ignorancia. Un gran número de cristianos son creyentes de muchos años y no conocen siquiera cuál es su don. Desconocen que somos instrumentos en las manos de Dios y que Él nos ha capacitado para llevar a cabo sus propósitos. Por lo tanto, este libro nos muestra que debemos orar y ayunar a fin de que la gran bendición de los dones del Espíritu se manifieste.